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Explicación:
Dentro del imperio, los esclavos eran vendidos en subasta pública o, a veces en las tiendas, o por venta privada para los esclavos más valiosos. La trata de esclavos fue supervisada por los funcionarios fiscales romanos llamados Cuestores.
A veces los esclavos estaban expuestos en soportes rotativos, para ser mejor observados y junto a cada esclavo iba colgado para la venta un tipo de placa que describe su origen, la salud, carácter, inteligencia, educación, y otra información pertinente para los compradores. Para poder apreciar mejor sus cualidades y defectos siempre eran expuestos desnudos. Los precios variaban con la edad y la calidad, asà los niños esclavos eran más baratos que los adultos, y entre estos últimos los más valiosos alcanzaban precios equivalentes a miles de dólares de hoy dÃa. A modo de garantÃa, el concesionario del venalitius (vendedor de esclavos) estaba obligado a reemplazar con un esclavo nuevo dentro de los seis meses tras la compra, si el esclavo tenÃa defectos ocultos que no se manifestaron en la venta. Los esclavos puestos a la venta sin periodo de garantÃa estaban obligados a llevar una gorra en la subasta, y eran más baratos.
La vida como esclavo dependÃa en gran medida del tipo general de trabajo que se le asignaba, del que habÃa una gran variedad. Para los esclavos, la asignación de las minas era a menudo una sentencia de muerte lenta. A los esclavos agrÃcolas generalmente les iba mejor, mientras que los esclavos domésticos de las familias ricas de Roma (familia urbana) probablemente disfrutaban del más alto nivel de vida de los esclavos romanos, junto a los esclavos de propiedad pública (servus publicus) que no estaban sujetos a los caprichos de un solo amo. A pesar de que su alojamiento y comida eran de una calidad notoriamente inferior a la de los miembros libres de la familia, puede haber sido comparable a la de muchos romanos libres, pero pobres. Esclavos domésticos se podÃan encontrar trabajando como peluqueros, mayordomos, cocineros, empleadas domésticas, enfermeros, maestros, secretarios y costureras. Esclavos con más educación e inteligencia podÃan trabajar en profesiones tales como la contabilidad, la educación y la medicina.
Los esclavos de ciudad solÃan tener familia y una gran autonomÃa. PodÃan lograr la libertad o manumisión de diferentes formas:
Irónicamente, con su propia muerte, se liberaban para que tuviera un entierro de persona libre.
Con la muerte de su amo, en cuyo testamento solÃan liberar a sus esclavos como muestra de generosidad. Cuando eran liberados de este modo, se les dejaba alguna propiedad o dinero.
Comprando su libertad, ya que después de haber pasado años de intermediario de su amo en los negocios, podÃan ganar un peculio.
Por declaración ante un magistrado. Amo y esclavo defendÃan su libertad ante un magistrado. Si era aceptada, se le ponÃa un bastón en la cabeza como señal de su libertad.
Muchos emancipados permanecÃan en sus casas haciendo las mismas labores, aunque con mayor dignidad.
Los esclavos eran propiedad absoluta de su dueño. CarecÃan de personalidad jurÃdica, de bienes, y hasta de familia propia. El esclavo romano no tenÃa derecho al matrimonio, al parentesco - no podÃa ejercer la paternidad ni la maternidad - ni a la propiedad. Los hijos eran vendidos y separados de sus madres. Sin embargo, mediante la potestas, podÃa adquirir, para su amo, toda clase de propiedades e incluso solicitar un crédito, aunque no estaba facultado para obligarlo a asumir deudas en su nombre.2​
Después del siglo II, los esclavos tuvieron permitido casarse.
Ayudaban al amo a ponerse la toga, pues era una labor de gran complicación. Eran los encargados de recibir a los invitados, recogerles la toga y los zapatos y ofrecerles un baño caliente o un lavado de pies. Los más guapos y de mejores modales servÃan la comida vestidos de colores vivos, que contrastaban con sus cabelleras, con las que a veces sus amos se secaban. Los más agraciados servÃan el vino y cortaban los manjares mientras que los que limpiaban los platos y recogÃan las mesas iban peor vestidos. A cada invitado se le adjudicaba un esclavo servus ad pedes que permanecÃa a sus pies. Los que nacÃan como esclavos y eran educados, formaban una clase privilegiada entre la servidumbre. No se les permitÃa entrar a representaciones teatrales. A los esclavos se les adjudicaban las tareas de acuerdo a su nivel cultural