Lo anterior sugiere que durante las prácticas agrícolas se aplican pesticidas como organofosforados en exceso, especialmente de clorpirifós, que se encontró de forma residual en el 36,1% de las mieles analizadas. la presencia de estos compuestos, además de afectar la inocuidad del alimento, presenta un riesgo para la salud del consumidor y para la colmena